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domingo, abril 27, 2025

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Trump quiere que el mundo le bese el culo, aunque eso implique dinamitar el capitalismo

Felipe Flores Toledo

Miércoles 2 de abril de 2025: una fecha que quedará grabada en la historia contemporánea. Ese día, el mundo fue testigo de un giro abrupto y potencialmente devastador en el equilibrio económico global. En una decisión tan sorpresiva como contundente, el presidente de Estados Unidos, el autoproclamado «país de la libertad», decretó un drástico aumento en los impuestos a las exportaciones que ingresan a su territorio. Las nuevas tasas oscilan entre el 10 % y un asombroso 145 %, siendo este último porcentaje reservado exclusivamente para los productos provenientes de China.

Pero la tensión no se detiene ahí. En las últimas horas, la Casa Blanca ha intensificado su postura y amenaza con un nuevo incremento: hasta un 245 % en los aranceles aplicables a productos chinos. De concretarse esta medida extrema, ya no estaríamos ante una simple guerra comercial, sino frente a una guerra económica a gran escala, con el potencial real de desencadenar un conflicto bélico.

La cuenta regresiva ha comenzado. El mundo observa con inquietud mientras se tambalean los pilares del comercio internacional y se encienden las alarmas de una crisis global sin precedentes.

Según el propio Trump, esta medida responde a una lógica proteccionista: busca resguardar la industria estadounidense, que enfrenta graves problemas de competitividad debido a los bajos costos de producción en países como China. Sin embargo, estas mismas condiciones han favorecido históricamente a empresarios norteamericanos, que ahora son presionados a repatriar sus industrias o enfrentar duras sanciones.

Trump nos tiene acostumbrados a tomar decisiones abruptas y luego retroceder. En este caso no fue la excepción. Tras el revuelo global, anunció una tregua de 90 días en la aplicación de la mayoría de los nuevos aranceles. No obstante, China quedó fuera de esta suspensión: sus productos comenzaron de inmediato a ser gravados con un 145 % y viceversa.

El líder republicano explicó su decisión señalando que más de 75 países se habían comunicado con su administración para negociar. Se mofó del hecho, afirmando que todos “le estaban besando el trasero”.

¿Cuáles son los productos chilenos afectados?

En términos concretos, los productos chilenos afectados por esta medida incluyen: los cátodos y secciones de cátodos de cobre refinado, por un valor de US$5.884 millones; filetes de salmón del Atlántico y Danubio, con US$1.566 millones; uvas frescas, con US$666 millones; filetes congelados de salmón, con US$360 millones, y neumáticos para automóviles tipo turismo, con US$330 millones.

La política impulsada por la actual administración estadounidense no solo está generando graves efectos sobre diversas economías del mundo, sino que representa el inicio de una guerra económica de proporciones inciertas. Sabemos cómo empieza, pero no cómo terminará.

Lo más preocupante es que esta ofensiva no solo desafía a potencias rivales, sino que contradice abiertamente los principios del libre mercado que Estados Unidos ha defendido durante décadas como modelo universal. En Chile, esas ideas fueron adoptadas con fervor por los llamados “Chicago Boys” y constituyeron el eje central de la política económica durante la dictadura de Pinochet, y más tarde, la línea soterrada de varios ministros de Hacienda y Economía en los gobiernos de la Concertación.

La doctrina era clara: la economía se autorregula sola gracias a la “mano invisible” de Adam Smith, y el Estado debe mantenerse al margen. Ante los hechos recientes, motivados por el propio Trump, recuerdo las palabras de mi profesor de economía en la Universidad de Antofagasta, don Federico Quilodrán (Q.E.P.D.): “¡Puras pamplinas!”

Este episodio puede desencadenar consecuencias evidentes: desde una recesión global hasta una temida tercera guerra mundial, alimentada por los viejos fantasmas de la Segunda Guerra Mundial, que dividió al mundo entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Entonces, la disputa era ideológica. Hoy, el botín es otro: el dominio comercial y la capacidad adquisitiva de las personas.

Frente a Estados Unidos se encuentra ahora China, la que tiene proyección para en 10 años más ser la primera potencia del mundo con una milenaria sabiduría y una red económica tan compleja que cuesta encontrar una ciudad en el mundo que no tenga productos, centros comerciales, locales o puertos bajo influencia o control chino.

Y si nos dejamos llevar por la enseñanza del filósofo y estratega militar chino Sun Tzu en El arte de la guerra, una de sus máximas más conocidas resuena con fuerza hoy: “Si no tienes claridad absoluta de que ganarás una guerra, es mejor no iniciarla”.

China parece haber tomado nota. En respuesta a la ofensiva estadounidense, el presidente Xi Jinping declaró: “China está lista para enfrentar cualquier tipo de guerra”. Poco después, anunció un aumento del 7,2 % en el presupuesto de defensa.

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