El programa ‘Sígueme’, con Michael Roldán, aborda las dificultades que enfrentan los humoristas en los festivales de Chile, incluyendo una entrevista exclusiva con Chiqui Aguayo.
Desafíos para los Humoristas en Escenarios Chilenos: Perspectiva desde ‘Sígueme’
En la reciente edición de «Sígueme», liderada por Michael Roldán, el foco estuvo en las complicaciones y la subestimación que sufren los humoristas en los Festivales de Chile. La discusión, enriquecida por las opiniones de panelistas como Cecilia Gutiérrez, Carla Ballero, María Eugenia Larraín, Daniella Campos y Sergio Marabolí, ahondó en esta problemática.
El arranque de la conversación giró en torno al Festival de las Condes y la actuación de Gabi del Río y Segundo Campa. Se cuestionó la efectividad de las elecciones hechas por la organización del festival y cómo varios humoristas, inicialmente considerados, quedaron fuera de la selección final.
Chiqui Aguayo: Un Caso Ilustrativo de Desconsideración
La situación de Chiqui Aguayo se destacó como un ejemplo significativo. Se destapó que Aguayo rechazó participar en el Festival de Viña del Mar debido al trato desconsiderado y la falta de profesionalismo por parte de los organizadores. Este incidente resalta la situación preocupante en la esfera del humor en Chile, donde frecuentemente se menosprecia a estos artistas.
¿Desaire o Evolución en el Ámbito Humorístico?
El debate en «Sígueme» también examinó si esta circunstancia se debe a un desdén arraigado hacia los humoristas o si es un reflejo de la evolución en la industria del entretenimiento. Casos como el de Bombo Fica, quien declinó su participación en Viña por una propuesta económica que consideró inadecuada, evidencian cómo los humoristas, pese a atraer altas audiencias, son remunerados de manera inferior en comparación con otros artistas.
El Horizonte del Humor en los Festivales
El programa culminó con una contemplación sobre el porvenir del humor en los eventos nacionales. Se resalta la necesidad de un cambio en la valoración y el trato hacia los humoristas, y la industria debe ajustarse no solo para respetar su arte, sino también para compensarlos de forma justa por el riesgo que asumen en cada actuación.